La pantalla se llenó de imágenes
paradisíacas, mares turquesa, arenas blancas y palmerales. Sonrió para sus
adentros, ese mundo no existe, pensó.
Llevaba encerrado en el refugio más de 30 años, todo aquello acabó con aquella estúpida guerra mundial.
Abatido, apagó el PC, añoraba. Hacía mucho tiempo que se acostumbró a la soledad.
Por suerte, siempre fue un hombre solitario, habituado a huir de las insípidas multitudes y mujeres sin corazón.
Pero esa mañana, renegaba de toda su vida, de ser tan previsor. Desde muy joven, supo que la guerra llegaría, así que dedicó juventud e inteligencia para construir el refugio. Heredó una fortuna tras la inesperada muerte de sus padres, fortuna que invirtió en lo necesario para sobrevivir a lo inevitable.
Eligió un paraje en las montañas, lejos de todo y de todos, en las primeras fases, fue tocado por la suerte y halló un río subterráneo, aunque había previsto la eventualidad del agua, canalizó la corriente de agua, serviría para beber y evacuar los desechos de su cuerpo.
Una vez terminado, el refugio era extraordinario. Todo estaba previsto, aprovechaba la energía geotérmica, ésta la proporcionaba electricidad y oxígeno, imprescindibles para su supervivencia.
El refugio, se adentraba 7 niveles en el subsuelo. Disponía de una estación meteorológica, otra de radio y cámaras para visualizar el exterior y sensores geiger. Todo ello, centralizado en un robusto armario exterior.
Podría saber en qué condiciones se encontraba el exterior, por si algún día podía salir al invierno nuclear.
Cada nivel estaba destinado a una necesidad y todo el complejo estaba revestido de una gruesa capa de plomo.
En aquellos días, recordaba, las tensiones políticas se deterioran tanto, que los dos bloques hegemónicos, ante el mutismo y el terror del mundo, se declaran la guerra.
El, sin tiempo que perder, corrió a su madriguera, al parecer, con el tiempo justo. A los pocos minutos de entrar en su refugio, un enorme estruendo y un gran temblor, sacudieron la estructura.
La estación meteorológica, la de radio y todo contacto con el exterior, dejó de funcionar. Supuso que las armas nucleares hacían su trabajo.
Por lo demás, su vida discurrió según lo previsto. Todos los demás sistemas funcionaron bien e ininterrumpidamente.
Pero ese día añoraba.
Pasó el resto de la tarde meditando y llegó a la conclusión de que esa vida que había conservado, no merecía la pena y renqueante, se dirigió a la escotilla del nivel superior.
Accionó el mecanismo se apertura y, la luz y el olor a bosque le llegaron como una repentina lluvia de verano.
Su contador Geiger, no marcaba signos de radiación.
La vida lo rodeaba como si quisiera atraparlo en un abrazo fraternal.
Giró sobre sí, desorientado y consternado vio lo que nunca imaginó.
Un enorme bloque de granito se había desprendido de la montaña, destrozando el robusto armario que centralizaba su contacto con el exterior.
Se dejó caer abatido, y hecho un ovillo sollozante, murió.
Nunca supo, que el resto de naciones, llamando a la calma y al sentido común, evitaron lo que parecía inevitable.
Tampoco supo que desde aquel hecho, la humanidad entro en un periodo de paz mundial, de hermandad entre los pueblos y prosperidad.
Llevaba encerrado en el refugio más de 30 años, todo aquello acabó con aquella estúpida guerra mundial.
Abatido, apagó el PC, añoraba. Hacía mucho tiempo que se acostumbró a la soledad.
Por suerte, siempre fue un hombre solitario, habituado a huir de las insípidas multitudes y mujeres sin corazón.
Pero esa mañana, renegaba de toda su vida, de ser tan previsor. Desde muy joven, supo que la guerra llegaría, así que dedicó juventud e inteligencia para construir el refugio. Heredó una fortuna tras la inesperada muerte de sus padres, fortuna que invirtió en lo necesario para sobrevivir a lo inevitable.
Eligió un paraje en las montañas, lejos de todo y de todos, en las primeras fases, fue tocado por la suerte y halló un río subterráneo, aunque había previsto la eventualidad del agua, canalizó la corriente de agua, serviría para beber y evacuar los desechos de su cuerpo.
Una vez terminado, el refugio era extraordinario. Todo estaba previsto, aprovechaba la energía geotérmica, ésta la proporcionaba electricidad y oxígeno, imprescindibles para su supervivencia.
El refugio, se adentraba 7 niveles en el subsuelo. Disponía de una estación meteorológica, otra de radio y cámaras para visualizar el exterior y sensores geiger. Todo ello, centralizado en un robusto armario exterior.
Podría saber en qué condiciones se encontraba el exterior, por si algún día podía salir al invierno nuclear.
Cada nivel estaba destinado a una necesidad y todo el complejo estaba revestido de una gruesa capa de plomo.
En aquellos días, recordaba, las tensiones políticas se deterioran tanto, que los dos bloques hegemónicos, ante el mutismo y el terror del mundo, se declaran la guerra.
El, sin tiempo que perder, corrió a su madriguera, al parecer, con el tiempo justo. A los pocos minutos de entrar en su refugio, un enorme estruendo y un gran temblor, sacudieron la estructura.
La estación meteorológica, la de radio y todo contacto con el exterior, dejó de funcionar. Supuso que las armas nucleares hacían su trabajo.
Por lo demás, su vida discurrió según lo previsto. Todos los demás sistemas funcionaron bien e ininterrumpidamente.
Pero ese día añoraba.
Pasó el resto de la tarde meditando y llegó a la conclusión de que esa vida que había conservado, no merecía la pena y renqueante, se dirigió a la escotilla del nivel superior.
Accionó el mecanismo se apertura y, la luz y el olor a bosque le llegaron como una repentina lluvia de verano.
Su contador Geiger, no marcaba signos de radiación.
La vida lo rodeaba como si quisiera atraparlo en un abrazo fraternal.
Giró sobre sí, desorientado y consternado vio lo que nunca imaginó.
Un enorme bloque de granito se había desprendido de la montaña, destrozando el robusto armario que centralizaba su contacto con el exterior.
Se dejó caer abatido, y hecho un ovillo sollozante, murió.
Nunca supo, que el resto de naciones, llamando a la calma y al sentido común, evitaron lo que parecía inevitable.
Tampoco supo que desde aquel hecho, la humanidad entro en un periodo de paz mundial, de hermandad entre los pueblos y prosperidad.
Fin
Rafa Marín
Rafa Marín
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