Entre el verde y el ocre,
de unas quebradas descompuestas,
acompañada por el brillo
y los murmullos,
se desliza el agua
que alimenta la huerta.
Es la acequia,
que de la mano del hombre
dio su fruto en la vega;
un camino que mi mirada refleja,
en estas cortas tardes de otoño.
de unas quebradas descompuestas,
acompañada por el brillo
y los murmullos,
se desliza el agua
que alimenta la huerta.
Es la acequia,
que de la mano del hombre
dio su fruto en la vega;
un camino que mi mirada refleja,
en estas cortas tardes de otoño.
Rafa Marín
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