Aureos se vuelven tus labios,
cuando los míos los añoran,
tan preciados y tan fríos;
con esa pasión que me ignora.
Ayer que fueron mariposas,
inquieto volar sin destino,
que de flor en flor se posa;
para dar muerte a los míos.
Aquí quedan, en la feroz ausencia,
despreciada zurrapa que mira,
la vacuidad que los sentencia.
Tus labios, que son la mirra,
los míos que les tienen querencia,
y esta soledad que es la prisa.
Rafa Marín
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