Baten la olas de rizada espuma,
caen sobre los rostros pálidos,
como una amarga lluvia.
Las manos cansadas pugnan,
las pieles quemadas tiritan,
una noche de oscura angustia.
La carga de seres vacila y,
sobre sus cabezas estalla,
cual inflexible amo,
el rayo de sus penurias.
Rafa Marín
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