Me despierta el murmullo de la plaza,
su profundo aroma a pinos
y una risa que viaja.
La ventana de par en par,
saluda a la lluvia que me moja la cara,
porque tú no estás.
Me asomo desnudo,
sin vecinas ni sábanas,
solo este sueño invencible,
que se desliza por mi cara.
Mis pies descalzos no caminan,
solo juegan con la humedad,
de un suelo que te echa de menos,
entre los brillos de esta plaza.
El cielo es de un gris oscuro,
atrapado entre nubes de plata,
dejando susurros lejanos,
cuando a lo lejos y rayo estalla.
Rafa Marín
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