Tengo costumbres un poco especiales, bueno
raras raras. Me acerco al cementerio, al de Sitges, me siento en un banco a la
sombra y me distraigo leyendo un rato.
A veces, en ese silencio, me dejo llevar
por los recuerdos y pienso en esos amigos que ya no están. Sus risas me llegan
nítidamente.
Sigo leyendo, pero me interrumpen unos
cuchicheos. Estoy a punto de llamar a emergencias, por lo de las alucinaciones
auditivas, pero no. Justo detrás hay dos jovenzuelos, uno carga un pico y el
otro una pala. Los miro y me miran.
- ¿Qué, buscando un tesoro? Les digo
amablemente.
- ¿Quién es usted? Me suelta el pelirrojo.
- Soy el fantasma de las navidades
pasadas, le espeto.
Sigo a lo mío y escucho al otro decir.
- Es mentira, no ves que tiene pies.
Me sonrío y se acerca una mujer.
Se sienta a mi lado y se pone a leer como
yo.
Suelto un suspiro y comento para todos.
- Vaya, esto está concurrido como el Cap
de la Vila.
No responde nadie, así que volviendo a
suspirar, me voy al otro banco.
En éste, hay mitad sol y mitad sombra, así
no tendré el problema de que alguien se ponga a mi lado.
La señora sigue ensimismada con su libro y
los chicos consultan una especie de mapa.
Uno se levanta, el que no es pelirrojo.
Mira a derecha y a izquierda. Se planta
delante de una tumba y da cuatro pasos al frente.
El pelirrojo le pregunta a voz en grito.
- ¿Estás seguro?
El otro, el que no es pelirrojo, sin
contestar, alza el pico y lo deja caer con fuerza sobre el suelo. El pelirrojo
se le acerca y ambos se lían a cavar en mitad del camino.
Los miro sorprendido, me levanto y veo a
dos empleados del cementerio. Son los jardineros; a uno lo conozco, hasta he
hablado con él en alguna ocasión.
Me miran y me hacen un saludo con la mano.
Yo haciendo un gesto con los brazos que es a la vez, tanto sorpresa como
pregunta, miro hacia los chicos. Ambos jardineros se encogen de hombros.
Me quedo plantado y ante la pasividad que
demuestran, decido volver a la lectura.
El jaleo se vuelve descomunal, y mientras
los chicos cavan, han aparecido seis o siete curiosos más, todos forman un
círculo alrededor de los busca tesoros.
De repente, un sonido de metal contra
metal y un...
- Lo sabía, que parte de la boca del que
no es pelirrojo.
Los curiosos y la mujer se acercan,
mientras los jóvenes arrodillados, comienzan a sacar lo que parece un pequeño
cofre.
Reconozco que me siento intrigado.
Veo como rompen un candado roñoso y como
un ...
¡OHHHH!
Parte de todas las bocas.
Me dirijo al hallazgo y entonces, uno de
los jardineros me sujeta del brazo.
Lo miro extrañado. Él me dice que
guarde silencio llevándose un dedo a los labios.
Los chicos, la mujer y los curiosos,
emprenden una pequeña procesión hasta el fondo del cementerio y ante mis ojos,
en un parpadeo desaparecen.
Miro al jardinero asombrado y nervioso.
Este me mira sonriendo y me dice.
- ¿Qué esperabas encontrar en un cementerio
un festivo por la mañana?
Lo miro y veo como se desvanece también.
En mitad del camino, como un recuerdo,
queda una moneda brillando.
Fin
Rafa Marín
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