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miércoles, 14 de agosto de 2019

El tesoro ( relato corto)


Tengo costumbres un poco especiales, bueno raras raras. Me acerco al cementerio, al de Sitges, me siento en un banco a la sombra y me distraigo leyendo un rato.

A veces, en ese silencio, me dejo llevar por los recuerdos y pienso en esos amigos que ya no están. Sus risas me llegan nítidamente.

Sigo leyendo, pero me interrumpen unos cuchicheos. Estoy a punto de llamar a emergencias, por lo de las alucinaciones auditivas, pero no. Justo detrás hay dos jovenzuelos, uno carga un pico y el otro una pala. Los miro y me miran.

- ¿Qué, buscando un tesoro? Les digo amablemente.

- ¿Quién es usted? Me suelta el pelirrojo.

- Soy el fantasma de las navidades pasadas, le espeto.

Sigo a lo mío y escucho al otro decir.

- Es mentira, no ves que tiene pies.

Me sonrío y se acerca una mujer.

Se sienta a mi lado y se pone a leer como yo.

Suelto un suspiro y comento para todos.

- Vaya, esto está concurrido como el Cap de la Vila.

No responde nadie, así que volviendo a suspirar, me voy al otro banco.

En éste, hay mitad sol y mitad sombra, así no tendré el problema de que alguien se ponga a mi lado.

La señora sigue ensimismada con su libro y los chicos consultan una especie de mapa.

Uno se levanta, el que no es pelirrojo.

Mira a derecha y a izquierda. Se planta delante de una tumba y da cuatro pasos al frente.

El pelirrojo le pregunta a voz en grito.

- ¿Estás seguro?

El otro, el que no es pelirrojo, sin contestar, alza el pico y lo deja caer con fuerza sobre el suelo. El pelirrojo se le acerca y ambos se lían a cavar en mitad del camino.

Los miro sorprendido, me levanto y veo a dos empleados del cementerio. Son los jardineros; a uno lo conozco, hasta he hablado con él en alguna ocasión.

Me miran y me hacen un saludo con la mano. Yo haciendo un gesto con los brazos que es a la vez, tanto sorpresa como pregunta, miro hacia los chicos. Ambos jardineros se encogen de hombros.

Me quedo plantado y ante la pasividad que demuestran, decido volver a la lectura.

El jaleo se vuelve descomunal, y mientras los chicos cavan, han aparecido seis o siete curiosos más, todos forman un círculo alrededor de los busca tesoros.

De repente, un sonido de metal contra metal y un...

- Lo sabía, que parte de la boca del que no es pelirrojo.

Los curiosos y la mujer se acercan, mientras los jóvenes arrodillados, comienzan a sacar lo que parece un pequeño cofre.

Reconozco que me siento intrigado.

Veo como rompen un candado roñoso y como un ...

¡OHHHH!

Parte de todas las bocas.

Me dirijo al hallazgo y entonces, uno de los jardineros me sujeta del brazo.

Lo miro extrañado. Él me dice que guarde silencio llevándose un dedo a los labios.

Los chicos, la mujer y los curiosos, emprenden una pequeña procesión hasta el fondo del cementerio y ante mis ojos, en un parpadeo desaparecen.

Miro al jardinero asombrado y nervioso. Este me mira sonriendo y me dice.

- ¿Qué esperabas encontrar en un cementerio un festivo por la mañana?

Lo miro y veo como se desvanece también.

En mitad del camino, como un recuerdo, queda una moneda brillando.

Fin

Rafa Marín

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