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domingo, 25 de agosto de 2019

Ella

Ella me salva de mis demonios,
cruza valles y montañas,
al son de mis pies cansados.
Ella, tan dulce, que cada noche,
es por mí, estrella solitaria.
Y yo soy muro de esperanza,
cual desconchón de ladrillos rojos.
Hay paz, porque ella quiere,
con una mirada, mis labios calla.
Las mañanas se llenan de pasión
y las tardes con juegos de agua.
Qué más podría querer dios,
sino hacerme barro y también,
fruto en sus entrañas.
Caminantes bajo el sol,
la justicia es ese niño,
que díscolo nos acompaña.
Rafa Marín

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