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viernes, 8 de noviembre de 2019

Transformación (relato corto)


Antes de contar mi historia, he de decirles que, para suerte de este planeta, yo no soy en términos generales, lo que todos conocen como un ser humano. Procedo de otro planeta, que está situado a cientos de años luz del sistema estelar que hoy me acoge.

Todo empezó hace mucho, por aquel entonces, toda nuestra sociedad vivía una época de paz y armonía, era todo perfecto, salvo por los monstruos que creamos a base de autocomplacencia.

La paz social se desvaneció con un espejismo al fresco del atardecer, todo se volvió un caos y se buscaron planetas a los que desplazar la violencia.

Así fue como me vi embarcado en esta aventura que está por cumplir su 140° milenio.  Se me asignó una nave y la misión de expandir la vida inteligente, todo con el único fin de reclutar después carne de cañón para nuestras disputas.

La llegada.

Tras un largo viaje, en el que dejamos en manos de la suerte su final, el sistema de mantenimiento de vida nos "despertó" a tan solo un año de nuestro destino. Aunque la verdad velocidad de nuestro transporte era superior a la de la luz, necesitábamos tiempo para preparar nuestros experimentos.

Desde la distancia me pareció un mundo bello, pero al tocar tierra, descubrí su verdadera belleza, había seres inteligentes, pero no civilización, me sentí por primera vez un ser despreciable. Estábamos a punto de destruir lo más hermoso que jamás había visto.

El plan supremo se puso en marcha al día siguiente de nuestra llegada. Pero como todos los planes diseñados por nuestros líderes, necesitaría tiempo y discreción. Secuestramos a una hembra embarazada e insertamos en su feto, aún en su 1° semana una proteína que elevaría su inteligencia de forma imperceptible, pero imparable.

La orden de no intervenir y dejar que todo siguiera su ritmo, fue tan recalcada, que nos limitamos a vigilar a la mujer, pero siendo ajenos a su suerte y la del bebé que portaba; fue devorada por un león poco tiempo después.

Decidimos entonces, buscar en otro emplazamiento, con un entorno menos peligroso. Así que nos desplazamos al norte, lejos de las sabanas y sus predadores.

Tardamos algún tiempo en encontrar otra hembra, con menos de 3 semanas de gestación, pero ahí estaba. Una joven de piel morena y de unos 14 años; madre e hijo murieron en el parto.

Tras algunos intentos fallidos más, por fin un niño nació, fuerte y sano.

Su vida transcurría tranquila y próspera, nos sentíamos felices. Era inteligente al nivel necesario para nuestros propios intereses, pronto empezó a destacar sobre los demás; fue asesinado por el jefe de su tribu, en un arranque de violencia injustificada.

Al entender que en aquella zona, los jefes tribales eran, cuando menos violentos e impredecibles.

Así que, abandonamos aquella próspera región y nos dirigimos al este.

Fueron pasando los años y por diversas causas, todos y cada una de las personas que elegimos para nuestra causa, morían antes de llegar a la edad adulta.

Aquella consigna inviolable, era un hándicap, pero al parecer muy necesaria.

Tras miles y miles de intentos, todos fallidos, al fin hemos descubierto que esta raza de seres humanos que habitáis este planeta, nunca conseguiréis de manera artificial el nivel de inteligencia que requerimos.

Claro está que lo seguiremos intentando, pero hasta nosotros tenemos fecha de caducidad, ya nos sentimos viejos y cansados.

En el fondo me alegro de esta situación, porque en caso de que alcancemos el éxito en nuestra misión, este planeta estará acabado.

Para ser honesto, tuvimos un par de logros, pero estos murieron sin descendientes, fueron Julio Cesar y Adolf Hitler.

Os deseo la mejor suerte del universo, pues ya saben la suerte que les espera.



Fin

Rafa Marín 



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