Que bonito se ven algunos precipicios,
tallados a hielo y tiempo y a sus pies,
la eterna suelta morrena de rocas.
Mirar y pedir alas porque sabes que vas a volar.
Como perderse en unos ojos, invadidos de pena,
sentir que ya no los llenas, que tu boca;
se olvidó de cantar las noches de tormenta.
Todo es tiempo y se va quedando atrás.
Como quisiera ser la maldita condena,
que por volar hoy será infierno que pagar,
con el eterno fuego y sus cadenas.
Rafa Marín
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