De esta ventana de inexpugnable cristal,
renegar mis ojos al mirar el sol quisieran,
del cristal ese que a verme a ti te llevan,
poder con la magia del roce hacerlos volar.
Que estos temerosos dedos por fin sintieran,
infinita alegría de piel con piel juntar,
mil trémulas y cálidas caricias sin rogar,
y con el silencioso beso, tú, asintieras.
Dando a la luna ese rubor en el cielo,
porque desnudos dos cuerpos en uno somos,
un dragón de dos espaldas envuelto en fuego.
Y al fin vencida la madrugada, sin tronos,
entre las verdades de las risas dar por bueno,
juramento que reflejan tus oscuros ojos.
Rafa Marín
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