Desta triste invención que sólo es mía,
en la que entre gasas, de mi amor gozabas,
asomando tu manantial frente a mi cara,
mientras mi boca insaciable de ti bebía.
De esta maldición que pagando tan cara,
no me da cuartel ni paz sea noche o día,
porque en tan claro espejismo lo veía;
cuando era tu corazón como luna clara.
Lejana roca que en la noche se asoma,
siendo del sol un mero y lejano reflejo,
invitando a decir palabras en las sombras.
Preso esta el hoy de estos audaces versos,
que sin decir nombre aquí ahora te nombran,
rogando un si, que deje de hacerte verbo.
Rafa Marín
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