Por qué mentirte,
si no sabría que hacer contigo.
Temo, si. ¿Cómo arriesgar a una carta,
pues sería como saltar al vacío,
en una noche sin luna?
De esta fe sin desafíos,
que no es ni siquiera esperanza,
sacó un poco de valor
y sin mirarme al ombligo,
busco versos sin tardanza,
para lanzar este perdido
y tal vez audaz grito.
No soy más que una sombra,
el espectro de un ser marchito.
Pero mi boca no te nombra,
porque nunca hemos sido.
Yo, por decir, un idiota y tú,
de ese otoño la dorada hoja,
que se perdió entre mil brillos.
Rafa Marín
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