¿Saben porque me dejé atar al mástil
y quise oír el canto de las sirenas?
Para comprender el por qué de mi naturaleza.
Sirenas, Lamias, ninfas y hadas.
De todas aprendí, pero al final no sé nada,
¿es mi naturaleza o la maldición de Penélope?
Yo no juego, todo me lo tomo en serio,
aunque a veces insista por insistir.
Ya no tengo, ni la fuerza, ni la capacidad,
¿y quien quiere una diosa a la que no podrá satisfacer?
Rafa Marín
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