Entre latido y latido,
cual pensamiento;
nos volvemos primero,
un mar de agua salada.
Una inmensidad, un suspiro.
Y después de un tiempo, nada.
Si acaso un puñado de cenizas,
que espacidas al viento,
serán en la clara mañana,
un adiós, bañado en lágrimas.
Rafa Marín
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