Ella, tan del sueño del amor desengañado,
flor de un perenne otoño, fría cual niebla,
mira a la luna, su mirada ya no tiembla,
nada espera, de promesas se ha cansado.
Ella, de esta vida que con tiempo nos lesa,
que ya no siente su cuerpo dulce abrigado,
porque del amor, las esperanzas ha apartado,
para mantener su mente de todo ilesa.
Ella, que sin tenerla de su maldad presume,
queriendo alejar a quien su amor dará,
porque no cree en quien en silencio se consume.
Ella, que mira sin dar una oportunidad,
al loco que callado su derrota asume,
para no perder de ella, la bella amistad.
Rafa Marín
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