Resuenan los timbales,
bajo los arcos piafan,
como dragones de tierra,
los caballos de combate.
Alzadas las picas ondean,
pendones llenos de aire.
Las mujeres los vitorean,
en silencio lloran las madres,
¿para qué esta guerra,
en la que no vencerá nadie?
Todo al rugir de los timbales.
Caballeros de alta testa,
peones sedientos de sangre,
el dorado el ansia despierta,
botín con forma de anillos,
de dientes y también puñales.
Bienvenida sea la guerra,
con algunas tristes hazañas
y arropada por todos los males.
Rafa Marín
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