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jueves, 4 de abril de 2019

El despertar ( relato corto)

Despertó con la boca reseca y una sensación de miedo en la cabeza.
Al principio no sabía quién era, ni donde estaba. Era como si hubiese nacido con 30 años en un lugar que se le antojó, frío y distante.
Poco a poco tomó conciencia de sí. ¿Pero, donde se encontraba?
Al poner los pies sobre el suelo, notó como si en su cerebro se proyectarán flashes del recuerdo. Se sintió perturbado. ¿Qué pasó la noche anterior? ¿Dónde se diluyó la realidad de sus actos? ¿Quién o quienes le acompañaban?
Al mirar en derredor, descubrió que era una habitación de hotel, aunque un tanto extraña.
Las paredes estaban pintadas de sucio, como si el tiempo se hubiera desatado cual pintor del gris y el ocre, como un niño que sufre y con sus manos ensangrentadas expresa su dolor.
Vio dos puertas y se dirigió a la más cercana, no pudo abrirla, el pomo no se movía, parecía ser un objeto decorativo más que una utilidad. Se acercó a la segunda, pero esta se abrió un momento antes de que él alargará la mano y su intención. Ante sus ojos se mostraba una imagen dantesca; retrocedió asustado.
Suelo, paredes y techo y cada uno de los elementos de la habitación, estaban cubiertos de lo que parecía ser sangre.
En el interior de la bañera, el cuerpo de un hombre desnudo y a medio descuartizar. No tenía cabeza y pies y manos descansaban sobre el torso, incrustados en la brutal herida que casi partía éste en dos.
Se sintió mareado y se volvió a la cama, creyó que no podría dormir, pero cerró los ojos y todo desapareció al instante.
Despertó, con la boca reseca y una sensación de miedo en la cabeza.
Todo se repitió como la primera vez...
Las dos puertas, una cerrada y la otra ...
Esta vez, su interior estaba impoluto. Suspiró lleno de alivio.
- Un sueño, se dijo a sí mismo.
Quiso asearse, pero la grifería del lavabo estaba rígida. Se acercó a la cama y quiso tomar el teléfono, no fue capaz de levantar el auricular.
Se sintió mareado y se volvió a tumbar sobre la cama.
Despertó, con la boca reseca y una sensación de miedo en la cabeza...
Repitió los gestos de la segunda vez...
Despertó...
Despertó...
Repitió una y otra vez, casi hasta la agonía.
Fue a tumbarme por enésima vez y lo vio. La cama estaba hecha, sin arrugas, nada evidenciaba que hubiese estado tumbado en ella. Desesperado, buscó su abrigo, sus pertenencias, nada, no halló nada.
Gritó y se puso a sollozar, le pareció oír el eco de su grito y unos pasos furtivos que se alejaban.
La puerta de la habitación estaba abierta, corrió hacia el hueco, pero no cruzó el umbral, sentía un miedo cerval, algo esperaba fuera para hacerle daño.
Escuchó otra vez las voces susurrante y se escondió bajo la cama. Esperó, vio como entraban unas sombras, como cuchicheaban y como se alejaban cerrando la puerta.
Despertó...
Despertó...
La dinámica se repetía incesante, gritó y gritó y gritó...
Las voces susurrantes volvían y él se ocultaba cada vez.
Por fin, una de esas veces decidió enfrentarse a las sombras que susurraban. Entonces los oyó.
- Si, está es la habitación.
- Entonces, ¿fue aquí donde se cometió el horrendo crimen?
- Aquí mismo. Dicen que algún tiempo después, se empezaron a oír gritos y llantos desconsolados.
- ¿Usted los ha oído?
- Mire, respondió una de las sombras susurrantes, llevo poco tiempo trabajando aquí. Yo no sé nada.
Fin
Rafa Marín.

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