El cansancio ese que viene,
el que te atrapa por detrás,
cuando ya nada esperas.
La sucesión de horas,
el hastío en cada ronda.
Una foto que es reproche
y una presencia que te obliga.
Horas de ver partir y arribar,
sin olas ni gaviotas,
sólo el murmullo disonante
y metálico de esta vieja realidad.
Un viaje de vuelta interminable
y un sueño que llega tarde;
madrugada que no quiere soñar.
Quizás todo llegue más adelante,
cuando los días sean sólo días
y nada te obligue a trabajar.
Rafa Marín
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