Hoy escribo para
ti estos versos.
Que no tienes
nombre
ni ojos ni
color de pelo.
Una misteriosa
voz
que de cuando
en cuando
por azar se
destapa
ante mis ojos
en un verso.
Caricia que
extasiado leo,
llevándome a
soñar
con tu ignoto
cuerpo.
Te imagino
delicada y tímida,
soñadora de
lejanos momentos.
Ahí, sentada
frente a una ventana
que te inspira
y que creo
da a un jardín
de flores repleto.
Pero como digo
sólo sueño,
grácil pliegue
de este fabuloso invento.
Ideas y verbo
que cada cual
lee en su inseparable
teléfono.
Rafa Marín
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