Asomada a la noche
está mi mirada,
bajo esta luz espectral
que derrama la luna.
Sueño esos olvidados
momentos de paz
que compartimos y que
siempre se hicieron cortos.
Ocultándonos
de las miradas indiscretas
la ropa nos arrancábamos
dejando a nuestra pasión
el tiempo que quisiera.
Hoy la celestial viajera
ilumina mis lágrimas sin consuelo.
Te llevo el mismo destino
que nos unió en un mundo sin la paz.
Recuerdo mis demonios
y el alcohol que los dormía.
Hoy mansos ya, sólo se asoman
para mirar a la luna todavía
mientras una lágrima quema
la piel de mis mejillas.
Rafa Marín
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