Soledades y fría
bruma
eternos nuestros
silencios
que de gritar no
paran.
Piedra del
camino
que se volvió
puerto
donde dejar
atados
todos los
sentimientos.
Hablar de lo
que somos
y de lo que
nunca seremos.
Siempre palabras
calladas
por los agónicos
besos.
No reclamar los
triunfos
aunque pusimos
cada cual
lo mejor de
nuestro empeño.
La vida que nos
atrapa
será de la que
gocemos.
Los cortos cafés
furtivos,
los siempre
escasos encuentros.
Rafa Marín
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