Cobijada por
riquezas pide
de nosotros
egocéntrica caridad,
un abrazo que
llegue fraterno
soledad suya
insondable mar.
En las brumas
del tiempo
aquello que no
sabe olvidar
arropados por la
cálida marta
destellos de
diamante el collar.
Amarillas fueron
las perlas
escondidas en
labios sangrientos.
Nunca fue su
boca el manjar
de los sucios
remordimientos
de aquellos que
buscan paz.
Hastío de puras
lágrimas
cuando su
profanado templo
por el pútrido y
vil metal
en la noche va
ofreciendo
al que lo pueda
comprar.
Rafa Marín
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