Servida estaba
aquella noche,
de ese tiempo
tanto esperada,
preparada hasta que
fue derroche
y por la luna
del cielo bañada.
En sus ojos ella
blanca brillaba,
desnuda solo
vestía un broche,
como pago él, su
cuerpo bastaba,
los placeres que
su piel le recorren.
Por concurrencia
dos manos sobraban,
y su cuerpo que
es como el roble,
calzón erguido
al cielo señala.
Con cara de
sonrisa nada noble
como un río su sexo
bañaba.
manantial quedo,
perfumado bosque.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario