Fue una noche de
luna
en aquella casa
olvidada,
me trajo aquel
recuerdo
la mata de mandrágora,
su raíz tan
profunda
y la savia que
manaba.
Conjuros
secretos tenía.
Al señor más
oscuro
el pentáculo
invocaba
mientras ellas
reían
de mí la sangre
manaba.
Atado mi cuerpo
tenían
pero libre mi
alma estaba.
Del aquelarre yo
la víctima,
brujas, sus
cuerpos mostraban,
tentaciones
ocultos placeres,
todo eso riendo
me entregaban,
mas mi sueño
sólo ella era,
del bosque sus
alas de hada.
Rafa Marín
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