Prendido de sus ramas,
moribunda ilusión de niño,
que no comprende a la vara,
que su espalda se hace nido.
A la noche sus ojos levanta,
mil estrellas y los gritos,
no salen de su boca callada,
porque teme hacer ruido.
¡AY!
La vida tan joven ya ganada
y su corazón tan marchito,
esperando a la madrugada,
para bajar de su olivo.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario