Se rompe el nítido espejo,
poseedor de toda verdad,
ondulando sus reflejos,
al ritmo del ave al pasar.
Juegan tus ojos con ello,
quién sabe en que pensarás,
quizás recuerdos ya viejos,
una mirada sin esperar.
Se rompe el acuoso espejo,
cuando los patos van a nadar.
Amanecer de un invierno,
que invita glauco a soñar,
líneas prendidas de fuego,
de una laguna y su soledad.
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