La mesa solitaria del rincon,
donde se cruzan las corrientes,
donde nadie nunca esperó,
donde se deja de ser viviente.
Allí, cabizbajo se quedó,
náufrago de poniente.
Arropado por un adiós,
que cada día lleva presente.
No, nunca de nadie se enamoró,
pues era su destino la muerte.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario