Me asomo desde el filo,
piedra desnuda y dura,
que me protege del vacío.
Miro abajo, desde la altura,
allí donde nacen brillos,
donde la corriente es pura
y empieza el camino.
Mis alas están cansadas
y mi voz es sólo un murmullo.
Quiero ver a la dama blanca,
ser otra vez su orgullo.
Rafa Marín
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