A veces, levanto la vista y,
me imagino la soledad del carrizo.
Cuando la brisa, se despierta
y entre sus hojas le hace cantar.
Los penachos oscilantes,
los nidos de los pinzones
y la corriente serena de un río,
siempre buscando al mar.
Otras,
veo la barca y los brazos que reman,
un cuadro que no pinto,
porque de mi memoria se borra.
Ayer, escondido por estos caminos,
como a la nube la vi llegar.
Como al inicio de la tormenta,
que no se hace de rogar.
La sentí, vara solitaria del carrizal,
un canto en el viento,
un refugio donde anidar.
Esa corriente tranquila,
que buscar la paz del mar.
Rafa Marín
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