La tierra que pisan tus pies descalzos,
bajo esta lluvia invernal,
se vuelve en tus manos barro,
porque nadie la quiere arar.
Este sufrir del labrador,
sin maíz para el hambre saciar.
Tierra que no tiene nombre,
ni las acequias la recorren,
solo es barro en sus manos...
nada más.
Rafa Marín
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