Mira casi sin mirar
y en cada paso se asoma,
para dejarse ver.
Es, a veces sueño
y otras, la maldición,
que se hizo una mujer.
Caminando siempre sola,
una sombra del clavel.
¡Ay!
El tiempo no le perdona,
lo hermosa que lució ayer.
Cuando entre las rosas,
despuntó como mujer.
Rafa Marín
Hermosa
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