Sobre la aurífera arena,
erial de mis condenas;
una toalla y una caracola,
donde el mar no suena.
Las olas que vienen y van,
espuma blanca y los cantos,
dulce ficción de las sirenas.
Te miro,
eres cada una que veo pasar.
Sombrero de paja y una mesa,
que sin tus manos se vuelve
la más dura soledad.
Rafa Marín
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