Sobre el nítido reflejo del cristal,
unos labios que ahora sonríen
o también por si mismos mordidos,
al leer estas palabras que más da.
Un no me olvides que trajo consigo
la siempre oportuna casualidad.
¿Pero fue ella quien lo provocó?
Luces en la madrugada, sueños multicolor;
quién no quisiera salir a bailar,
bajo las ramas de un sicomoro.
Así, entre un todo borro
y un tú nunca estás,
van pasando estos días de verano.
Mis ojos que te miran sin mirar,
Mis manos que son sólo un vacio;
y tú que aprendes pronto jugar,
en este llámame, ya me has vencido.
Rafa Marín
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