Cada
mañana era presa de la misma rutina. Una ducha muy caliente que le arrancará
esa piel que creía muerta, un poco de sombra de ojos y color tenue para sus
labios. A veces, hacia un esfuerzo que no llegaba a entender y se maquillaba
los pómulos y acentuada el color de sus labios. Vestía cómoda, para no llamar
la atención, odiaba sentirse observada, odiaba esos ojos varoniles que
intentaban dibujar su figura desnuda.
Aquella
noche, tras un largo día de trabajo, niños y desatención, decidió llamar a
aquella misteriosa puerta, que junto a la entrada de su casa, dejaba ver algo
de luz del interior.
Para su
sorpresa nadie abrió, pero le pareció como si un cerrojo se cerrará por dentro.
El tiempo pasó, ella miraba aquella puerta, entre curiosa y un poco, porqué no,
dolida.
Pero cada
día que pasaba, la puerta parecía desvanecerse; ella tenía la sensación de ser
una de las trompetas que arruinó las murallas de Jericó. Por fin una noche, vio
la puerta abierta y un cartel que invitaba a mirar. Indecisa asomó tímida la
cabeza y en un cartel de neón leyó: "si entras haré todo lo posible por
robarte el alma"
Ella se rió a carcajadas, pero por favor, gritó a la sombra del interior, tú no sabes de mi nada y nada es lo que vas a encontrar.
Desde esa atrayente oscuridad surgió una dulce melodía, un canto que le dijo lo que ya en ella nadie veía.
Ella se rió a carcajadas, pero por favor, gritó a la sombra del interior, tú no sabes de mi nada y nada es lo que vas a encontrar.
Desde esa atrayente oscuridad surgió una dulce melodía, un canto que le dijo lo que ya en ella nadie veía.
Se sonrojó
y sacando todo su coraje dijo.
- ¿No
sabes que yo soy ella?
- Te haré
daño, continuó diciendo, pues yo no se amar, seré una eterna promesa y de mis
labios sólo su ausencia encontrarás.
Poco a poco la sombra se fue yendo, dando paso a un lugar sin cadenas. Ella se sorprendió, reía y pensó.
Poco a poco la sombra se fue yendo, dando paso a un lugar sin cadenas. Ella se sorprendió, reía y pensó.
- ¿qué
infierno es este? No hay ataduras, ni dudas, ni siquiera preguntas. Sólo me
ofrece libertad, pero pide un precio muy alto.
El demonio, la invito a ser suya.
El demonio, la invito a ser suya.
- Sólo me
atraen las mujeres inteligentes y bellas, dijo este con una sonrisa.
- No puedo entregarme a ti, yo soy leal. Mi fe no me lo permite.
- No tengo prisa, yo soy la paciencia y tú curiosidad es mi fortaleza.
Ella, jugó, fueron noches de no dormir, pero le daba igual, ese demonio iba a saber quien era ella.
- Bella, dijo el demonio.
No lo digas más, le reprochó ella.
Pero el demonio no hizo caso y susurro.
- No puedo entregarme a ti, yo soy leal. Mi fe no me lo permite.
- No tengo prisa, yo soy la paciencia y tú curiosidad es mi fortaleza.
Ella, jugó, fueron noches de no dormir, pero le daba igual, ese demonio iba a saber quien era ella.
- Bella, dijo el demonio.
No lo digas más, le reprochó ella.
Pero el demonio no hizo caso y susurro.
... bella ... bella ... bella ...
- ¡No! Insistía ella.
Entonces el demonio, sujetándola con fuerza, la puso delante de un espejo y le susurro su nombre.
Ella se enfureció.
- ¡No! Insistía ella.
Entonces el demonio, sujetándola con fuerza, la puso delante de un espejo y le susurro su nombre.
Ella se enfureció.
- ¿Como un
demonio podía ver lo que había en su interior, cómo podía ver su piel y su ser?
Este, mirándola a los ojos la beso con su fuego.
Este, mirándola a los ojos la beso con su fuego.
- Tu
belleza es tu alma, y yo me alimento de ellas.
Fin
Rafa Marín
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