Mientras nos clavamos la mirada,
entreabiertas las bocas,
se despierta nuestra sed.
Lenguas que juegan a ser lenguas
sin más tiempo que perder.
Yo, afortunado te besaba,
de la cabeza a los pies
y tú, mi niña enamorada
entre gemidos te dejas hacer.
De besarte en sueños imaginé,
la gloria infinita del tu amor,
dos almas por la vida olvidadas;
que juegan a dejarse querer,
tú, como diosa del río que mana
y yo, como hombre que apaga su sed.
Rafa Marín
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