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domingo, 23 de septiembre de 2018

Historias sin final

La verdad se despertó
en la soledad muerta
de mil madrugadas.
Todos la oímos gritar,
pero nadie hizo nada.
Correr por los laberintos,
de un sombrío bosque,
dejarse allí azotar
por las ramas bajas;
que hirientes sinrazones,
para no darnos las manos.
Ayer entre los pasos
de aceras gastadas,
te sentí sin verte,
como sienten los ciegos la belleza.
Caras que se dejan bañar
por un mar de lágrimas.
Sonríes y sé que sueñas,
con poder decir basta:
"correr desnuda, libre
y siempre descalza"
Hay un temporal que cuelga
sobre nuestras espaldas.
La sabiduría aquí es tan inútil
como las frias espadas.
Rafa Marín

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