Camino a casa en el tren,
ella cual reina o diosa,
a todos con un pestañeo
sin querer nos calla.
Y yo, me siento ahí
mendigo orgulloso
al su mirada percibir
cubriendo todo mi ser.
Qué verdad esconde,
que ahora levantas.
Acaso temen tus ojos
se puedan enamorar?
AY! Mujer que eres;
como una bella Venus,
tersa, fría y de piedra.
Rafa Marín
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