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sábado, 25 de agosto de 2018

La dama y el corsario

Acto 1° escena 2°
(En su celda, solo habla)
La noche se va yendo
ya clarea el día
sobre este patíbulo
que me espera.
¿Acaso, pienso ahora,
vale mi vida entera
un solo encuentro?
Miro por esta ventana
y sus negras rejas,
¿qué hará mi dama?
Ay! Que tristes imagino sus ojos cuando vea cumplir esta mi cruel condena.
(se sienta abatido)
(Se levanta y grita)
¡Carcelero! Bien amado carcelero,
¿no hay para mí una nota?
¿No vienen entintadas palabras de consuelo?
(Se mesa los cabellos)
¡Carcelero!
(apareciendo)
Calla tu boca corsario inglés,
para tus ojos no hay ni dama ni nota,
sólo esa cuerda y su esparto cruel,
al que untaron para que el nudo corra.
(Riendo se aleja)
Oh dios de esta fatal desventura,
si al menos más aceite tuviera el quinqué,
podría hacer una señal al vigía de la borda.
Que este viera en mi mano la luz arder...
(en la celda contigua)
Señor corsario, olvidarse es menester,
pues la reja da a un pequeño patio.
(Bajando la voz)
Pero si tiene dos de a ocho su merced,
al relevo de estos celosos carceleros;
Le proporciono tinta y una cuarta de papel,
para que escriba si quiere un adiós
o las últimas e importantes voluntades.
(Se oye el cambio de guardia)
Rafa Marín

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