Hay días es los que quisiera
dejar de ser un simple dios,
envolver mi figura en niebla
y jugar a ser un joven pastor.
Recorrer entre felices risas
las húmedas veredas solitarias
y desde el suelo mirar en su altura al sol.
A veces, que grato imagino,
de unos labios su sabor
y no esta tisana que en mi sangre,
es alimento transformado en icor.
Rafa Marín
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