Me asomo inconsciente
al roce fugaz de tus visitas.
Al tibio calor que no me das
y que el sueño me quita.
Me asomo insistente,
con mi mirada mortal,
con mi voz que nadie quiere;
para mis pies enterrar
en el lodo de estas redes.
Anoche fui río que desaparece
y hoy un salto mortal,
sobre el vacío que sientes.
Nada crece en el arenal,
solo unos tréboles de sombra
y toallas bajo la luz que hiere.
Playas sin lubinas para jugar,
sin bañadores ni besos,
la más absoluta soledad,
de estas cansadas pieles.
Rafa Marín
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