Aquella mañana, mientras sentado bajo la
morera esperaba, vio su gran oportunidad. No es que fuera a jugarse al doble o
nada la misma vida, pero calle abajo, mirando por los prismáticos, se les veía
venir.
Perezosamente, entró en la casa y tomó la gran bolsa llena de migas de pan bien aliñadas. Al salir, como si de una señal se tratara, al menos mil palomas se posaron en mitad de la calle.
Él, sonriendo, puso el cronómetro de su reloj en marcha . El grupo de gentes se acercaba y algunos, entre gestos hostiles le señalaba y animaba al resto a seguir.
Cuando aún faltaban más de 100 metros, hizo una llamada. Tenía el semblante sereno, pero con la seriedad de la edad y la experiencia.
- Si, dijo, 60 KHz.
Esperó un poco más, ya se les oía gritar y con tranquilidad esparció el resto de migas junto a la puerta. Las palomas continuaban llegando, ajenas al gentío y su clamor.
Cerró la puerta y observó por la ventana.
Se iba fijando en todos y cada uno de los "líderes", a esos ya les trincaré más tarde, pensó.
Miró el reloj, faltaban 15 segundos, cerro las hojas de gruesa madera de las contraventanas y se tumbó en el suelo.
Imaginó a las palomas tragando el pan con C4 y entonces comenzaron las explosiones, fue como una larga detonación. Luego el silencio y después los gritos de auxilio y miedo. Se puso en pie, del baúl tomó un viejo AK47, abrió la ventana y vació un par de cargadores. Repuso munición y tomó 3 ó cuatro cargadores dobles.
Abrió la puerta y salió...
Todo estaba salpicado de sangre y plumas, el olor era indescriptible, la imagen dantesca.
Los pocos hombres que seguían con vida lo miraron aterrados, como si miraran a un demonio.
Sonriendo acabó con todos, pero dejó escapar a un par de ellos, necesitaba saber donde tenían su guarida.
Hizo otra llamada, ahora, el satélite les dirá donde golpear por última vez.
Entró en la casa, se dirigió hacia el baúl y entonces oyó el chasquido.
- Sólo teníamos esta oportunidad, ha costado mucha sangre, pero aquí lo tenemos, dijo señalando al hombre inconsciente junto al baúl.
- ¿Crees que hablara? Repuso otra voz.
- Al final, todos lo hacen. Sólo espero que se resista lo suficiente antes de poder matarlo.
Tomaron el cuerpo y lo introdujeron en la furgoneta.
Perezosamente, entró en la casa y tomó la gran bolsa llena de migas de pan bien aliñadas. Al salir, como si de una señal se tratara, al menos mil palomas se posaron en mitad de la calle.
Él, sonriendo, puso el cronómetro de su reloj en marcha . El grupo de gentes se acercaba y algunos, entre gestos hostiles le señalaba y animaba al resto a seguir.
Cuando aún faltaban más de 100 metros, hizo una llamada. Tenía el semblante sereno, pero con la seriedad de la edad y la experiencia.
- Si, dijo, 60 KHz.
Esperó un poco más, ya se les oía gritar y con tranquilidad esparció el resto de migas junto a la puerta. Las palomas continuaban llegando, ajenas al gentío y su clamor.
Cerró la puerta y observó por la ventana.
Se iba fijando en todos y cada uno de los "líderes", a esos ya les trincaré más tarde, pensó.
Miró el reloj, faltaban 15 segundos, cerro las hojas de gruesa madera de las contraventanas y se tumbó en el suelo.
Imaginó a las palomas tragando el pan con C4 y entonces comenzaron las explosiones, fue como una larga detonación. Luego el silencio y después los gritos de auxilio y miedo. Se puso en pie, del baúl tomó un viejo AK47, abrió la ventana y vació un par de cargadores. Repuso munición y tomó 3 ó cuatro cargadores dobles.
Abrió la puerta y salió...
Todo estaba salpicado de sangre y plumas, el olor era indescriptible, la imagen dantesca.
Los pocos hombres que seguían con vida lo miraron aterrados, como si miraran a un demonio.
Sonriendo acabó con todos, pero dejó escapar a un par de ellos, necesitaba saber donde tenían su guarida.
Hizo otra llamada, ahora, el satélite les dirá donde golpear por última vez.
Entró en la casa, se dirigió hacia el baúl y entonces oyó el chasquido.
- Sólo teníamos esta oportunidad, ha costado mucha sangre, pero aquí lo tenemos, dijo señalando al hombre inconsciente junto al baúl.
- ¿Crees que hablara? Repuso otra voz.
- Al final, todos lo hacen. Sólo espero que se resista lo suficiente antes de poder matarlo.
Tomaron el cuerpo y lo introdujeron en la furgoneta.
Fin
Rafa Marín
Rafa Marín
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