A mi lado la verdad espera,
sin pestañeos y café normal.
Mojando en él sus dedos,
para chupárselos después.
Ella, que en silencio se larga,
no hubo holas ni traspiés,
ni brisa con la marea;
sólo arenas de la aridez.
Me dejó en las manos,
creo que no lo quiso hacer,
este verso garabateado,
nada hay que agradecer.
sin pestañeos y café normal.
Mojando en él sus dedos,
para chupárselos después.
Ella, que en silencio se larga,
no hubo holas ni traspiés,
ni brisa con la marea;
sólo arenas de la aridez.
Me dejó en las manos,
creo que no lo quiso hacer,
este verso garabateado,
nada hay que agradecer.
Rafa Marín
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