Vistas de página en total

lunes, 24 de junio de 2019

Que feliz

Que feliz en su condena,
el náufrago en su isla desierta.
Sin musas que susurran,
sin el canto fatal de sirenas.
Si, ahí, sentado con su soledad,
abrazado por las estrellas,
aullando a la luna sin más
y sin saber de esta pena.
Yo, siempre al mástil atado,
siempre por estos sordo vigilado,
que no entienden que me llena,
más la ilusión de las miradas,
que la conquista de sus miedos.
Rafa Marín

Me asomo

Me asomo inconsciente
al roce fugaz de tus visitas.
Al tibio calor que no me das
y que el sueño me quita.
Me asomo insistente,
con mi mirada mortal,
con mi voz que nadie quiere;
para mis pies enterrar
en el lodo de estas redes.
Anoche fui río que desaparece
y hoy un salto mortal,
sobre el vacío que sientes.
Nada crece en el arenal,
solo unos tréboles de sombra
y toallas bajo la luz que hiere.
Playas sin lubinas para jugar,
sin bañadores ni besos,
la más absoluta soledad,
de estas cansadas pieles.

Rafa Marín

miércoles, 19 de junio de 2019

Mira con tristeza

Mira con tristeza infinita,
pero aprieta duro el sudario,
a estas alturas de la vida,
nadie quiere ya Lázaros.
Que sea dios quien lo permita
y que se derrumbe en milagros
¿Para qué ir pregonando
de aquí las injusticias?
Cada cual como pueda se redima,
si no entre justas sus verdades,
lo haga entre agallas y tacos.
Desgarrando cunetas y ruinas,
quien sabe si con su vida
pagando.

Rafa Marín

La espera

A mi lado la verdad espera,
sin pestañeos y café normal.
Mojando en él sus dedos,
para chupárselos después.
Ella, que en silencio se larga,
no hubo holas ni traspiés,
ni brisa con la marea;
sólo arenas de la aridez.
Me dejó en las manos,
creo que no lo quiso hacer,
este verso garabateado,
nada hay que agradecer.
Rafa Marín

martes, 18 de junio de 2019

Fuego

Sobre la línea de su recuerdo,
entre amarillos y rojos,
brillaba la luz del fuego.
Unos ojos lo contemplan,
que hermosa la danza de la llama
dibujada en sus pupilas.
Ahora que el verano avanza,
todo se desdibuja,
horizontes de niebla
y rubor en las mejillas.
¿Dónde estás amor que,
me duelen el tiempo y las rodillas?
La noche lenta y serena pasó
y el fuego se volvió cenizas.
Rafa Marín

Sobre cubierta

Sobre la pulida cubierta,
cual grumete inexperto,
el capitán espera.
Acaso la bella dama,
que desde tierra observa,
sería feliz siendo presa?
¡Ah! Por los mil demonios
de este infausto mar.
Hoy mis ojos quieren guerra.
¡Que sople el viento
y se desate la galerna!
Pues la dama, de otro brazo va.
Rafa Marín

Tus lágrimas

Ahí, asomada al malecón,
veo por tus mejillas resbalar,
a veces una gota solitaria y,
otras en profuso torrente,
tus amargos pétalos de sal.
Tan calladas y tan mansas.
Todo lo daría por ahora ser
pañuelo de lino y bondad.
Pero tú, ni siquiera me ves,
tus ojos sólo miran al mar.
Rafa Marín

lunes, 17 de junio de 2019

Quisiera ser

Hay días es los que quisiera
dejar de ser un simple dios,
envolver mi figura en niebla
y jugar a ser un joven pastor.
Recorrer entre felices risas
las húmedas veredas solitarias
y desde el suelo mirar en su altura al sol.
A veces, que grato imagino,
de unos labios su sabor
y no esta tisana que en mi sangre,
es alimento transformado en icor.

Rafa Marín

domingo, 16 de junio de 2019

Hoy he descubierto

Hoy he descubierto,
sin sabores en la brisa,
quizás fue sólo un gesto,
pensé que me amarías.
Pero se que no es cierto,
tu capricho sólo sería,
juguete para un momento,
entre tus manos impías.
No, no emitiré más lamentos,
adiós tú y esta torpe letanía.
Mi alma, tu mirada y su espejo,
ese quererte siempre en mi vida,
porque ya te sientes sin remedio.

Rafa Marín

Sobre el sueño desnudo

Sobre el sueño desnudo,
de noches que no son verano,
va escribiendo entre ríos de sangre,
los sagrados versos.
A veces, sin razón que ata,
las siempre crueles manos,
a ratos un dolor que crece
en su garganta sin miedos.
Dudas de esta casualidad,
escondida que nos negamos,
¿quién quiere fantasmas,
atando los húmedos remos?
La noche oscura, algún día vendrá,
solitaria a gritarnos,
y no habrá un tupido cañaveral,
donde poder escondernos.
Rafa Marín

Esperar ...

Bajo este azul que declina,
impávido los ojos levanto,
¿por qué temer lo que termina,
si de esta tierra soy el barro?
Argamasa que en mí culmina,
la vida y sus duros sobresaltos.
Ayer fui semilla que germina
en un ahora sin arrebatos.
Los días todo me lo escatiman,
de las noches soy el gris gato.
Una mirada, que siempre va perdida,
en estos ojos que no son platos,
sino una ya cansada rutina,
añoradas montañas y sus prados.
Rafa Marín

sábado, 15 de junio de 2019

Tierra adentro

Tierra adentro se muere,
tan lento y tan despacio;
como el olivo que un rayo hiere,
como los nidos olvidados.
Nacido para andar sin caminos,
aguas siempre surcando.
Bajo el sol se hizo olvido,
en tierras que no lo quieren.
Quizás lo rodee el trigo,
un día al final de verano.

Rafa Marín

Tu puerta cerrada

Tras tu puerta cerrada,
oía tu risa y la de él,
como si fueran mil demonios
que llevaran cascabel.
Me tapaba los oídos
y llorando de allí escapé;
que dolorosa era tu risa
y que maldita la suya fue.
Ahora, que te abandonó
y tan sola tú te ves,
siento triste aquella risa,
que cual condena, nunca veré.
Rafa Marín

El lobo ( relato corto)

Despertó, se sentía cansado y tiritaba de frío. A su alrededor todo era oscuridad y niebla. Intentó moverse, pero un par de legionarios de su cohorte y un bárbaro se lo impedían.
- ¿Estarán vivos o muertos? Se preguntó, mientras se liberaba del peso de estos.
Poco a poco, fue saliendo de aquel campo de muerte y sufrimiento, por doquier se oían lamentos y maldiciones, a veces en latín y otras en aquella jerga que hablaban los germanos y que apenas si entendía.
De entre los árboles aparecieron de pronto unas antorchas, con aquella niebla nocturna no era fácil reconocer quienes se acercaban, así que se quedó muy quieto.
Por terror comprobó, que a todo romano, vivo o muerto, se le atravesaba el torso con un enorme clavo de acero y luego se le despojaba de armadura y armas.
Se arrastró silencioso y cauto, más parecía un reptil que un hombre, pero al fin las voces se fueron alejando.
Llegó el amanecer, con su luz difusa y un bosque que lo abrazaba como una madre amorosa. Encontró una cueva, profunda y sin habitar, buscó leña y algo que comer y, así, durmió con su fatiga y su miedo.
Con precaución, cada día se acercaba al campo de muerte, y cada vez, menos gente viva deambulaba por él. Al fin un día, ya no vio a nadie, sólo quedaban los restos de los muertos desnudos y las bestias carroñeras alimentándose.
Buscó entre el horror y pudo encontrar aquellas cosas olvidadas o desechadas, que para él eran tesoros: una flecha rota, cordones de cuero una espada rota, un hacha y alguna sandalia.
El bosque, alejado de todo asentimiento humano se convirtió en su hogar, dejó pasar el tiempo, hasta que olvidó su nombre y su lengua, hasta que olvidó el miedo y la soledad.
Cazó y con las presas se alimentó y vistió, pero algo en su interior le reclamaba contacto con la humanidad. Empezó a buscar y una primavera, abandonó la cueva.
Deambulaba, entre perdido y ocioso, a veces más animal que humano, y por las noches, contestaba a los lobos aullando a su vez. Quizás quiso el azar o la mala suerte, pero una mañana, mientras bebía en un arroyo, una jovencita lo vio y espantada por la visión, huyó mientras gritaba ... un lobo, un lobo. La aldea, enseguida se hizo eco de sus gritos y ya a salvo, la joven, mientras se quitaba la capa roja con capucha, contó su encuentro. No faltaron quienes sin haberlo visto, dijeron que ya había asesinado niños y ancianas en los alrededores. Así que, se organizaron partidas de caza. El pobre miserable, no tuvo otra opción que replegarse al bosque profundo y regresar a su cueva.
Cuentan que una noche, mientras contestaba lastimeramente a los aullidos de los lobos, una loba se acercó, pero eso sólo son historias de gentes que temían al bosque y a las noches de luna.
Fin
Rafa Marín

jueves, 13 de junio de 2019

Hay un silencio

Hay, un silencio en tu boca,
que sin querer me apremia,
como un mar que guía sus olas.
Hay mil verdades ocultas
y una mentira que asoma,
porque de mis ojos reniegas.
Hay, un sueño que es lejanía,
perdido en otras alcobas,
suspirando almohadas mordidas.
Hay, un temblor que todo lo desborda,
manantial de sudores sin alma,
tristeza de tu mirada perdida.
Hay, un basta de miedos sin forma,
que se aloja en tu espalda,
cuando mi nombre gritas.

Rafa Marín

miércoles, 12 de junio de 2019

Sobre el verde

Sobre el verde colorido,
como lápidas viejas,
resaltan pétalos mustios.
Un cristal y su mirada,
que efímero es lo vivo.
La primavera que acaba y,
el verano que será castigo,
recordando en alabanzas,
aquellas flores del olvido.
Adiós pues, sin tardanza,
a todo lo hermoso le digo.
De su fruto dulce que abrasa,
con sus espinas me ha cosido,
dejando en mi piel estas marcas,
por ser tal locuaz y atrevido.

Rafa Marín

A una piedra en el riñón

Es un manantial de dolor,
que se vuelve entre maldiciones,
sanguinoliento cauce.
¡AY! Felina y cruel me recorre,
ella que nació en mi interior
y busca en su huida su libertad
y al fin mi descanso.
¡Libérate de mí!
Corre como si este arroyo que te expulsa,
fuera la más hermosa bendición
y no el lamento tan deseado,
de mi cuerpo y, por ti su rechazo.
Rafa Marín

martes, 11 de junio de 2019

Soñar

Quizás no lo quieras creer,
pero esta noche quiero soñar,
con aquel perverso juego;
al que siempre debimos jugar.
Una charla tranquila en un bar
y luego una pelea entre los tres.
Pero, ya sé a que puertas no llamar
y de que ventanas echar correr.
No nací para a este juego ganar,
aunque me empeñe en no perder,
pero si me detengo ahora a pensar;
quizás solo me quede  soñar.
Rafa Marín

lunes, 10 de junio de 2019

¿Quién?

¿Quién sino tú,
con tu silencio me castiga,
cuándo cada noche escribo,
estas palabras que son para ti,
sólo voces malditas?
¿Quién sino tú,
va diciendo por ahí,
que sin tu mirada la mía,
es flor que se marchita?
Pobre de mí,
que aún sabiendo de tu desprecio,
mi boca la tuya ansía.

Rafa Marín

Destierro

Vuelve a su destierro esta fe,
que infatigable me destruye,
como vuelve a la tierra la lluvia
cuando se rompen las nubes.
Del ya lejano ayer, ¡oh! verdad esta,
que en mi memoria se pudre.
Brota hoy como tenue luz,
un flash que te descubre.

Una pasión nunca olvidada,
un siempre tú ...
por donde recorrer las cumbres.

Rafa Marín

sábado, 8 de junio de 2019

El cabrero (relato corto)

Levantó los ojos y miró al polvoriento camino que se perdía en el horizonte, mientras de cuando en cuando, lo asaltaban los altos eucaliptos y sus sombras. Aún no podía creerlo, iba camino de la ciudad, subido en sus zapatos y apoyado en una tiesa vara de pastor.
Se detuvo bajo un eucalipto grande y añoso,  bajo él, solo crecía su sombra y con una tristeza en sus ojos, miró al campo que lo rodeaba. Era una llanura seca y estéril, como un salar en verano. De su mochila sacó aquella carne tan seca como el entorno y mordió un trozo, luego acompaño el trozo de carne con un largo trago de vino. A pesar de todo, sonrió.
La tarde avanzaba y él, dejo de tener prisa, como si esperase un milagro y en mitad de aquella nada, apareciese un refugio.
Camino obstinadamente, y al descubrir un grupo de árboles, abandonó el camino y se dirigió hacia ellos.
- La suerte me acompaña; se dijo a sí mismo en voz alta.
Aunque ya no era joven, se sintió por un momento un chaval. El sitio le trajo recuerdos de sí y los azares, sacudió la cabeza y adecentó el lugar para pasar la noche.
No hacía frío y no tenía nada para cocinar, pero en mitad de la nada un buen fuego siempre acompaña.
Casi rallaba la medianoche, cuando un ruido procedente del otro lado de la arbolada lo despertó. Oía lo que parecían gritos sofocados de una mujer, y las risas de varios hombres...al menos tres.
Tomó su vara y se acercó a ver qué pasaba, aunque en su mente ya se dibujaba lo peor.
La escena era la que había supuesto.
En el suelo, una chica a medio vestir, se debatía con tres sujetos y, aunque sabía que estaba perdida, luchaba con todas sus fuerzas.
Antonio, porque así se llamaba nuestro protagonista, grito.
- ¡YA ESTÁN PARANDO!
Los tres hombres, se quedaron perplejos, momento que aprovecho la mujer, para correr hacia la oscuridad.
- ¿ Qué pasa contigo cabrero? Preguntó uno de ellos, pasada la sorpresa inicial.
- Eso, repuso otro, se ha escapado nuestra gacela.
El tercero, sacando un gran cuchillo, dijo.
- Tú, vas a ocupar su lugar.
Los tres rompieron a reír y se movieron a la vez, eran expertos en acorralar a mujeres.
Pero Antonio, no era mujer y no siempre fue cabrero. Retrocedió, o eso parecía.
La pelea, duro apenas tres minutos, en el suelo quedaron los tres hombres, muertos. Antonio, tenía una cuchillada en el costado, una herida profunda y en mal sitio, se acercó a su pequeño campamento y se sentó junto al fuego.
Se quedó ahí, recostado y mirando al cielo. A su mente volvieron aquellos días casi olvidados, aquellas noches de espanto. Lo sorprendió el amanecer, con la llegada de la policía acompañada por aquella mujer. Pero él, no lo puedo ver, sus ojos estaban donde quiera que vayan las miradas de los muertos.
Fin
Rafa Marín

lunes, 3 de junio de 2019

La oportunidad ( relato corto)

Aquella mañana, mientras sentado bajo la morera esperaba, vio su gran oportunidad. No es que fuera a jugarse al doble o nada la misma vida, pero calle abajo, mirando por los prismáticos, se les veía venir.
Perezosamente, entró en la casa y tomó la gran bolsa llena de migas de pan bien aliñadas. Al salir, como si de una señal se tratara, al menos mil palomas se posaron en mitad de la calle.
Él, sonriendo, puso el cronómetro de su reloj en marcha . El grupo de gentes se acercaba y algunos, entre gestos hostiles le señalaba y animaba al resto a seguir.
Cuando aún faltaban más de 100 metros, hizo una llamada. Tenía el semblante sereno, pero con la seriedad de la edad y la experiencia.
- Si, dijo, 60 KHz.
Esperó un poco más, ya se les oía gritar y con tranquilidad esparció el resto de migas junto a la puerta. Las palomas continuaban llegando, ajenas al gentío y su clamor.
Cerró la puerta y observó por la ventana.
Se iba fijando en todos y cada uno de los "líderes", a esos ya les trincaré más tarde, pensó.
Miró el reloj, faltaban 15 segundos, cerro las hojas de gruesa madera de las  contraventanas y se tumbó en el suelo.
Imaginó a las palomas tragando el pan con C4 y entonces comenzaron las explosiones, fue como una larga detonación. Luego el silencio y después los gritos de auxilio y miedo. Se puso en pie, del baúl tomó un viejo AK47, abrió la ventana y vació un par de cargadores. Repuso munición y tomó 3 ó cuatro cargadores dobles.
Abrió la puerta y salió...
Todo estaba salpicado de sangre y plumas, el olor era indescriptible, la imagen dantesca.
Los pocos hombres que seguían con vida lo miraron aterrados, como si miraran a un demonio.
Sonriendo acabó con todos, pero dejó escapar a un par de ellos, necesitaba saber donde tenían su guarida.
Hizo otra llamada, ahora, el satélite les dirá donde golpear por última vez.
Entró en la casa, se dirigió hacia el baúl y entonces oyó el chasquido.
- Sólo teníamos esta oportunidad, ha costado mucha sangre, pero aquí lo tenemos, dijo señalando al hombre inconsciente junto al baúl.
- ¿Crees que hablara? Repuso otra voz.
- Al final, todos lo hacen. Sólo espero que se resista lo suficiente antes de poder matarlo.
Tomaron el cuerpo y lo introdujeron en la furgoneta.
Fin
Rafa Marín

domingo, 2 de junio de 2019

Honor (conocerte)

Qué palabra más corta
y cuanto miedo encierra.
En silencio se soporta,
aunque todo se vaya a la mierda.
Pasados los años de gloria,
viene el silencio de las ovejas,
un camino: piedras y hostias,
callando para que no te vean.
¡AY! Que largas vida y horas,
que oscuras las noches de luna,
cuando en silencio me lloran,
los ojos, el alma y la conciencia.
A ti, ahora que sé que añoras,
¿cómo pedirte más paciencia?
La vida vida huye de mí señora,
agua entre las manos que implora,
por un momento dejar de ser mar y,
ver en tus ojos un brillo de estrellas.
Rafa Marín

Vida y función

Escondido entre la yerba, observa,
con una ilusión que ya se perdió;
una vida ajena que recuerda,
fue el protagonista de la función.

Teatro lleno que con todo acierta,
sólo un camino a la perdición;
devastadora verdad tan despierta,
que nadie supo que bajó el telón.

Saltó al vacío cual desenfrenado
tiro, camino a las soledades,
buscando un sueño desesperado.

Vivió atado por las maldades,
siempre fue lo que había buscado,
buen final para las variedades.

Rafa Marín