Trajo una mañana
un encuentro fortuito.
Se posó en mi ventana
un ser cálido y delicado.
Recibí sin pretenderlo,
halagos mil y simpatía.
Como una ducha de agua fría.
Aliada del azar,
fortuna inmerecida, me abrazó.
Descubrió en mi
lo que en el fondo ocultaba,
dentro del corazón.
Vino como una musa,
a despertar en mi
lo bueno de mi ser.
Así conquistó mi gran ego,
con solo señalar lo de mi bello.
¡AY! Dolor que te vas
para siempre volver,
Que fui necio al creer
que era una mas,
al pretender conquistar
su corazón con solo piropos.
@lolamentaras,
dónde quiera que ahora estés.
Yo tu eterno enamorado...
vivo del todo desconsolado.
Rafa Marín
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