Ver, mirar, sentir y en cada palabra,
ser el fiel jardinero de su existir.
Emborracharme en su dulce elixir,
manantial oculto que no acaba.
Sin ser rasero con el que medir,
teniendo una cuantas palabras,
hacer la magia del abracadabra
para poder traerte hasta aquí.
Cuanto cielo y tierra entregados,
a los sueños de la feliz poesía,
que los ojos nos tiene embargados.
Un sin ella que nunca sería,
Al que urgentes nos entregamos,
sin reparar en que sea noche o día.
Rafa Marín
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