Llega la medianoche,
con el canto de los lobos,
esos que buscan mi carne,
porque me creen presa.
Oscuridad de mis demonios,
dragones que no se fían,
que la vida les trajo hambre,
otras veces duras agonías.
Bajo la parra del aprisco,
apoyo la silla y espero.
La noche sombras y nubes,
la luna siempre espera,
que la madrugada despierte
y levante llantos al alba.
La muerte pisa los cortijos,
olivares y esa casa,
que en mitad del rico pueblo,
todos creían bien guardada.
Rafa Marín
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