Bajo lo más azul del cielo,
ahí extendido como mar,
un bosque umbrío que amar,
porque a él todo le debo.
Cien aventuras las que callar,
contar esas cosas no puedo,
largas noches llenas de miedo,
que ni la lluvia pudo parar.
Bosque, oloroso azahar,
veredas, caminos sinceros,
en la mañana recorrerlos,
en un claro, poderte amar.
Pues eres tú, lo que más quiero,
casi sin en la vida pensar,
hacer un dulce allí hogar,
bajo las ramas del hayedo.
Bosque, siempre de vida lleno,
un imposible que gobernar,
pues por mucho que lo quememos,
como un fénix renacerá.
Rafa Marín
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