Ser una pavesa, nada más,
que en la noche ascienda.
Ser por un instante feliz,
como el brillo de una estrella
y súbitamente apagarme.
Perderme entre las sombras,
de un fragante bosque en primavera.
Saltar como el agua del arroyo,
para ya no volver atrás.
Dejar esta vida tan ajena,
para con una sonrisa morir.
Rafa Marín
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