Y si a partir la vida me invitara,
no quiero lloros plañideros,
que como brumas sofocan el alma.
Quizás en el amanecer fresco,
al mar lanzad mi querida barca.
Ser para Jonas ese claro señuelo,
que entre el oleaje ya avanza.
No quiero rezos, ni aún los sinceros,
pues a los dioses mi mi boca los rechaza.
Alzad el canto dulce y ligero,
que escapa de las gargantas,
pues no a de haber mayor duelo,
que ser en las mentes la añoranza.
Que allí, donde a mi cuerpo den fuego,
un poema se lea con voz clara,
sin ser compungida en sentimiento.
Rafa Marín
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