En estas letras que escribo,
al compás de la sinrazon,
no es fama lo que persigo,
ni siquiera un dulce corazón.
Aquí, solo soy ese mendigo,
de tus ojos cruel perdición.
A veces, un hombro amigo
y las más desatada pasión.
Un fuego que tú has prendido,
en mi alma negra como el carbón.
Rafa Marín
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